Las pintaderas son un conjunto
que se encuentran en exclusividad en los yacimientos arqueológicos de la isla de Gran Canaria. Se describen como
sellos provistos de mango que pueden estar perforados por un agujero de
suspensión o no y en la superficie destinada a imprimir se observan relieves
geométricos.
Formadas a través de barro cocido
existiendo algunos ejemplares tallados
en madera, se caracterizan por un tamaño reducido que oscila entre los 2 y 12
cm, una datación cronológica que va desde el siglo I hasta el XVII. Se atribuye
su uso al ámbito doméstico y de la cotidianidad del aborigen canario. En lo
referentes a las formas estas tienen una gran amalgama:
-Circulares
-semicirculares
-cuadradas
-triangulares
-en forma de mariposa
La funcionalidad de las mismas no
puede ser asegurada en su totalidad. Se recogen varias teorías sobre su posible
finalidad en el entorno diario de la cotidianidad aborigen. Algunos estudios
plantean que se utilizaban como sellos en los graneros colectivos, dejando su
huella en el barro húmedo que sellaba las puertas, siendo así un método de reconocimiento
de la propiedad individual de cada aborigen. Otros estudios apuntan al error de
este último y apoyan la posibilidad de que sirviera como sistema de decoración
corporal, impregnando las pintaderas en tintes naturales (con almagre y leche
de animal o tabaiba).
Estudios recientes concluyen que las tesis aceptadas durante las últimas décadas caen en el error, al darle un carácter único a cada pintadera. Tras varios análisis se demuestra que los dibujos tienen una constante repetitiva. Optan por describir a las pintaderas como un útil dentro de una estrategia de comunicación visible, como un lenguaje bajo una serie de códigos pautados. Los dibujos no solo se representan en las pintaderas, sino también en otros soportes como pieles (cuero), en paredes como dibujos rupestres.
Estudios recientes concluyen que las tesis aceptadas durante las últimas décadas caen en el error, al darle un carácter único a cada pintadera. Tras varios análisis se demuestra que los dibujos tienen una constante repetitiva. Optan por describir a las pintaderas como un útil dentro de una estrategia de comunicación visible, como un lenguaje bajo una serie de códigos pautados. Los dibujos no solo se representan en las pintaderas, sino también en otros soportes como pieles (cuero), en paredes como dibujos rupestres.
Se localizan a lo largo de toda la isla, prueba de ello son sus hallazgos en asentamientos prehispánicos próximos al litoral, en la Aldea, en las medianías como en El Tejar de Santa Brígida, y en la cumbre como por ejemplo Tejeda.
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